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Capítulo 1: bonito y agresivo

viernes, 17 de julio de 2015



Recostado de un árbol y con la mirada hacia el cielo se encontraba soñando despierto. Perderse en sus pensamientos era algo que solía hacer con frecuencia. No lo podía evitar, era como si estuviese en otra dimensión; una donde su vida era como siempre la había soñado. Se perdía de tal forma que para él dejaba de existir todo lo que se encontraba a su alrededor, el tiempo, el espacio, las personas y situaciones desaparecían. Lo curioso de todo era que no podía explicar cómo sucedía aquello. Sólo sabía que de un momento a otro estaba divagando y cuando volvía a la realidad ya habían transcurrido muchos minutos. 


Tan perdido en su mundo se hallaba que no se dio cuenta cuando alguien a pasos lentos se fue acercando hasta él.

—Kibum de nuevo soñando despierto —le dijo una mujer de unos 50 años, estatura media y cabello negro. El chico dio un saltó de la impresión y cuando vio quien era sonrió. 

Me atrapaste con las manos en la masa —contestó con una encantadora sonrisa.

—Eres un caso perdido —le dijo la mujer con gesto tierno —vamos, ya es hora de la cena. 

Muchas de las veces en las que divagaba pensaba en lo mismo. Kibum toda su vida había soñado con poder estudiar en la universidad, encontrar a la persona que lo ame con todo su corazón y con la que él quiera pasar el resto de su vida; en la casa de sus sueños, con hijos y perro incluido. Tener una familia. 

¿Por qué estos deseos tan grandes de Kibum? Simple, Kibum perdió su a su madre el mismo día que vino al mundo, ¿su padre? Pues éste embarazó a su mamá y cuando se enteró la abandonó. No quería que su familia lo desheredada por andar metido en líos de faldas con una “campesina”, así que se podría decir que no conoció a sus padres. Sólo conservaba un colgante de oro blanco en forma de llave que le dejó su mamá y que ha llevado puesto toda su vida.

¿El cómo supo todo esta historia?, fue todo gracias a los conocidos de su madre que vivían cerca del orfanato donde se crió. Cuando creían que él no los estaba escuchando cuchichiaban como los viejos chismosos que eran, porque ni los hombres de aquel pueblo se salvaban de entrar en el paquete. Siempre lo señalaban como el hijo de la mujer que se dejó engatusar fácilmente por un hombre rico de ciudad. Pero en presencia de Kibum se portaban como los señores gentiles a quienes se les debía respeto. ¡Cuerda de hipócritas! Pensaba Kibum.

A sus 17 años y con permiso del orfanato, Kibum llevaba tiempo trabajando medio turno en una tienda del pueblo. Quería ahorrar para poder irse a la capital a estudiar, había cursado la primaria y secundaria en el programa educativo del orfanato pero al ser ya casi mayor de edad, cosa que sucedería en año más; no tenía nada qué hacer en aquel sitio. No lo despreciaba porque a pesar de todo allí hizo amigos que fueron adoptados por buenas familias y además apreciaba mucho a la señora Choi, una de las trabajadoras de aquel orfanato.

—¿Y esta vez con qué soñabas? —le preguntó aquella mujer a la que ya se le podían apreciar ciertas arrugas en el rostro productos de la edad.

—Que ya falta muy poco para cumplir la mayoría de edad y me iré a la capital. Podré estudiar en la universidad si me lo propongo —contestó con gesto soñador el chico.

—Como pasa el tiempo, aún recuerdo cuando eras muy pequeño y te la pasabas correteando como loco en el patio haciendo travesuras.

—Tía Choi, ¿de qué habla? —Preguntó Kibum con cara de inocente para hacerse el desentendido —si yo era el niño más encantador y tranquilo que se haya conocido.

La mujer soltó una carcajada —y con buen sentido del humor también y no me digas Tía Choi, te he dicho que me llames sólo tía —dijo la mujer.

—Está bien, pero cualquiera que la escuche creería que fui el terror del orfanato. —Se quejó Kibum haciendo un puchero.

—¡Oh no!, ese puchero no. —Dijo de forma dramática la mujer.

Key empezó a reír, muchos en el orfanato le decían desde niño que con ese puchero podría conseguir lo que quisiese de las personas y él les contestaba que eran unos exagerados. 

—¿Y cómo sigues? —le preguntó ella cambiando de tema. 

—Ya estoy bien —contestó Kibum sonriendo. Hace unos días había presentado malestares y cuando fue revisado por el doctor le dijeron que tenía una infección en las vías urinarias.

Kibum desde pequeño había presentado infecciones urinarias y anemia, no eran demasiado seguidas pero sí le causaban molestias, no les daba mayor importancia porque aunque la primera vez se asustó pensando que estaba lleno de inmundas bacterias o algo peor, el doctor le dijo que era común si el chico se la pasaba aguantado las ganas de ir al baño por cualquier excusa. Recordó el regaño que se llevó por parte del doctor la primera vez que fue atendido debido a que llevaba dos días con fiebre y no sabían de qué se trataba.

—Sabes que no está bien que casi no tomes agua —le regañó ella.

—Le juro que si me estado tomando mis ocho vasos de agua al día,

incluso más. No me gustó el regaño que me dio el doctor por aguantarme las ganas de ir al baño y por eso ahora no lo hago. No entiendo por qué me sigo enfermando —dijo Kibum pensativo, todo aquello era extraño para él.

—Si quieres te puedo llevar al doctor mañana para que te hagas un chequeo general —se ofreció la mujer. Apreciaba demasiado a Kibum desde que ella llegó al orfanato hace 10 años.

—Tranquila, ya le dije que estoy bien no se preocupe, además no me ha dado más anemia. —le dijo el pelinegro para no preocuparla.

—Está bien, pero si te llegas a sentir mal me dices y nos vamos al hospital. 

—Pero… —se iba a quejar Kibum.

—Promételo —lo interrumpió la mujer.

—¡Ay! pero que terca me salió, lo prometo.

—Pero que niño tan grosero éste –se quejaba la mujer a manera de broma.

—Así me quieres.

—Y tú te aprovechas.

—Sí, y yo me aprovecho —dijo Kibum divertido.

—Vete a cenar que mañana tienes que ir a la tienda a trabajar —le ordenó la mujer y Kibum se despidió haciendo una reverencia dirigiéndose hacia el comedor. Al día siguiente se fue a trabajar como todos los días, brindándole sus sonrisas forzadas a los chismosos del pueblo. 


***

El tiempo fue pasando y así transcurrió un año, sus malestares en cuanto a su sistema urinario raras veces aparecían, para la tranquilidad de aquella mujer trabajadora del orfanato y de Kibum.

Hacía un mes Kibum había cumplido 18 años y ya había hecho sus maletas para irse a la capital en busca de una mejor vida, en busca de su tan anhelado sueño. En el tiempo que estuvo trabajando en la tienda logró reunir suficiente para el viaje, instalarse en una habitación que ya había encontrado con la ayuda de alguien del orfanato; además de pagar la inscripción de la universidad mientras buscaba un trabajo para cubrir el resto de los gastos. 

Con lágrimas en los ojos se despidió de aquella mujer y prometió llamarla de vez en cuando y visitarla si le era posible porque el viaje desde Daegu hasta Seúl era largo por tierra. Kibum tenía que ahorrar dinero por lo que se tendría que ir en tren.

Cuando llegó a la ciudad después de largas horas de viaje, quedó encantado con la majestuosidad de la capital. Muchas luces y personas caminando por las calles. Muy animado se fue con su maleta hacia la dirección que le dieron, pero tuvo que preguntar varias veces hasta poder encontrarla y aunque algunas personas siguieron de largo ignorándolo, hubieron quienes si aceptaron darle la información.

Cuando se instaló se acostó a dormir porque el día siguiente sería agitado, iría a inscribirse en la universidad y a buscar un trabajo que no interfiriera con su horario de clases. 

Al amanecer hizo lo que había planeado, inscribirse fue fácil, como ya era mayor de edad no presentó problemas. A Kibum le encantaban los idiomas y desde que aprendió a leer se interesó por ellos, en la primaria sólo le enseñaron inglés básico pero él quería dominar el idioma por lo que cuando llegó su tía Choi al orfanato, Kibum le participó sus ganas de aprender y ella le facilitó el material, por lo menos para matar la curiosidad del niño pensó ella, pero se equivocó, Kibum resultó ser un chico muy inteligente y hábil. A los 13 ya dominaba el inglés y japonés, a los 16 el mandarín y a los 18 el francés. Le dijo que quería estudiar Lenguas Modernas y Traducción porque los idiomas eran su pasión.

Luego de que Kibum se matriculó en la carrera que soñó estudiar desde hace años, se fue a buscar trabajo de medio tiempo, pero horario nocturno porque estudiaría desde la mañana hasta alrededor las tres de la tarde. Corrió con la suerte de no tener clases los fines de semana, así aprovecharía esos días para estudiar o hacer horas extras en el trabajo, si conseguía trabajo claro.

Después de caminar por horas y probar suerte en seis lugares, cansado y con los pies doloridos, por fin encontró trabajo. Se trataba de un bar; pero no cualquier bar, era uno muy prestigioso donde sólo iban personas de la alta sociedad, nada comparado con los bares de mala muerte en los que se formaban peleas cada dos por tres. Trabajaría de seis de la tarde a 12 de la media noche o un poquito más dependiendo de los clientes. Kibum estaba feliz la paga era buena y el lugar era agradable. Como entraba a clases a las nueve de la mañana no tendría problemas. Corrió con la suerte de que necesitaban a un camarero en el sitio o sino le hubiese tocado seguir buscando. Muy contento se fue a comprar unas cosas para preparar comida.

Al día siguiente Kibum empezó a trabajar en el bar y dos semanas después inició las clases en la universidad, estaba solo en la ciudad pero le estaba yendo bien por los momentos y esperaba que las cosas siguieran así.

Pasó su primer mes en la universidad y todo marchaba “viento en popa”(1), al principio le costó un poco adaptarse al ambiente de la ciudad porque en varias ocasiones se llegaron a burlar de su acento pueblerino pero ignoró a aquellas personas y se enfocó en sus estudios. No se había equivocado al escoger aquella carrera, le encantaba todo, inclusive el profesor de inglés impartía la clase en aquel idioma para tortura de muchos y para risa de él que entendía todo, ¿por qué no reírse un poco de aquellos que se burlaron de él por ser un pueblerino? Kibum pensaba que una de las mejores formas para aprender el idioma era practicándolo de forma constante y el hecho de que el profesor impartiera la clase completamente en inglés los impulsaba de alguna manera a aprenderlo, pero creía que si llegaba a expresar sus pensamientos en voz alta podría ser considerado un egoísta y le dirían que opinaba de esa forma porque él dominaba aquel idioma tortuoso según las palabras de uno de sus compañeros.

Las semanas fueron pasando llevándose consigo al otoño y dando paso al frío invierno con sus magníficos copos de nieve y días blancos. A Kibum le encantaba el invierno, amaba la nieve pero así como le encantaba también le causaba nostalgia. Sabía que al llegar el invierno, llegaría la navidad, una época donde todos se esforzaban por dar amor y compartir en familia… familia que él no tenía. A pesar de la tristeza que se ocultaba en su corazón en esos días, Kibum no podía evitar amar el mes de diciembre en general. Siempre se decía a sí mismo que las cosas algún día cambiarían y que las navidades ya no serían bañadas de esa tristeza. Por ello desde los 15 años cuando comprendió que todo podría mejorar en su vida en algún momento, esperaba con emoción la llegada de aquella época. 

Esta navidad en especial, no la pasó solo como creyó que lo haría. Una de sus compañeras de la universidad tuvo la amabilidad de invitarlo a su casa ya que sabía que no tenía a nadie en aquella ciudad. La chica era muy divertida y le estaba tomando aprecio, lástima que se iría del país apenas terminara la universidad. 

Y como el tiempo no se puede detener, siguió su curso, porque es así; va pasando y las personas no se dan cuenta. Ya había transcurrido un año desde que Kibum se marchó del orfanato con una maleta llena de sueños, anhelos y metas. Las cosas en la universidad se volvieron más difíciles pero Kibum se esforzó y salió adelante, no se dejaba vencer. Además no se le hacía tan difícil como a sus compañeros porque él ya manejaba los idiomas: inglés, japonés, mandarín y francés, pero en la universidad le pidieron tomar otro idioma aparte del inglés como requisito indispensable, por lo tanto Kibum escogió alemán y con la ayuda de un curso avanzado donde se inscribió los fines de semana, lo logró dominar en menos de un año.

A Kibum aún le quedaban dos años de carrera y ganas de aprender otros idiomas, los profesores le felicitaban por ser estudiante sobresaliente y se sorprendían de las habilidades que poseía para aprender y dominar una lengua que a otras personas les llevaba mucho más tiempo.

Por otro lado, las cosas en el bar estaban marchando bien, pero había algo que tenía un poco preocupado a Kibum, estaba empezando a sentir un dolor extraño en el área donde se encontraba el riñón izquierdo y eso lo hacía sentir inquieto pero aun así lo dejó pasar. El malestar no era tan fuerte pero se prometió que si se volvía constante iría al doctor.

Pasó un mes y el dolor siguió igual. Un día que fue al baño sintió un dolor muy fuerte y se percató que algo estaba mal, su orina era rojiza. Se asustó muchísimo. De inmediato se fue al doctor, retirándose de la universidad por ese día. Kibum recordaba parte de la conversación que sostuvo con el hombre que lo atendió.

—¿Alguien en su familia sufre de alguna enfermedad relacionada con los riñones? —preguntó el doctor.

—No lo sé, soy huérfano —se sinceró el menor.

—Comprendo —dijo el hombre. Luego de aquella pregunta vinieron otras tantas, desde lo que comía hasta su historial de enfermedades. El doctor le indicó que debía hacerse un ultrasonido renal y como lo había sospechado el galeno por su experiencia, el resultado arrojó dos cálculos en el riñón izquierdo. 

El doctor le estuvo explicando a Kibum que cuando un cálculo se atasca en la vía urinaria ocasiona dolor intenso y sangrado, o cuando se expulsaba por las vías urinarias lo cual era su situación. Todo esto lo hizo mientras le mostraba las partes del sistema urinario en una ilustración a todo color.

—Lo más probable es que tus cálculos se deban a las constantes infecciones urinarias que ha padecido, pero no se preocupe, los cálculos aún están pequeños y pueden ser expulsados si sigue al pie de la letra el tratamiento que le voy a dar.

Kibum salió del consultorio más tranquilo pero con el bolsillo un poco vacío. 

—No sabía que la consulta y el ultrasonido renal fuesen tan caros —murmuró.

Ese día llevaba el dinero para pagar la matrícula de la universidad y por eso pudo pagar los gastos médicos incluyendo el tratamiento, pero ahora tenía que esperar hasta el próximo pago en el bar que era en cinco días más para poder completar y cancelar la matrícula. El plazo se vencía en tres días, pero Kibum pensaba que si rogaba por prórroga a lo mejor se compadecían de él, también lo ayudaba el hecho de que nunca había faltado a ningún pago. 

Kibum siguió las indicaciones del doctor en cuanto al tratamiento y semanas después fue de nuevo a consulta, gracias al cielo ya había expulsado los dos cálculos que le habían salido en el ultrasonido. Los malestares se fueron pero siguió tomando tratamiento un mes más para prevenir la nueva aparición, además de tomar mucha agua por recomendación del doctor para producir abundante flujo urinario y así evitar la acumulación de las sustancias que producen los cálculos. 

Kibum pensaba que algo raro estaba pasando con su riñón izquierdo porque anteriormente eran simples infecciones pero ahora fueron piedras y se le hacía extraño, a menos que alguno de sus padres padeciera de lo mismo, él tan joven no podía estar presentando éstas complicaciones de la nada. Se prometió que si las cosas empeoraban visitaría a un especialista así le “costase un ojo de la cara”(2), si es posible ahorraría poco a poco para que si eso sucediese no lo tomara desprevenido.

Por los momentos ya no le dio más cerebro al asunto y se enfocó en sus estudios y trabajo, estaba emocionado, quería dominar por lo menos 10 idiomas y ahora estaba sumando a su lista el italiano y portugués. El portugués hasta ahora era el idioma que más se le había dificultado dominar, el italiano al igual que el inglés se le hizo fácil y en cuestión de seis meses no tenía problemas con éste. Siguió estudiando el portugués y empezó a estudiar el árabe, el cual también se le dificultó un poco pero con esfuerzo y dedicación en cuestión de un año más dominó ambos idiomas. Ya le faltaba poco más de un año para graduarse de la universidad y prometió que en ese tiempo trataría de aprender español y thai.

Mientras trabajaba aprovechaba de llevar su iPod y auriculares para practicar la pronunciación en los tiempos de descanso del español y thai, en clases se encargaría de su escritura y el resto. Se compró el aparato para poder practicar sus lecciones. Había sido una buena inversión pensaba Kibum, le había salido muy caro pero no se arrepentía.

Los días fueron pasando y se convirtieron en semanas y éstas a su vez se transformaron en dos meses, Kibum ya tenía 21 años y sólo le faltaban alrededor de 11 meses para titularse de Licenciado en Lenguas Modernas y Traducción. Así cumpliría con uno de sus metas. Pero por lo pronto, trataría de descansar un poco en las dos semanas de vacaciones que tenía en la universidad. 

Por otro lado, la vida amorosa de Kibum era prácticamente nula, aún no había conocido a una persona que haya capturado su corazón, sólo simple atracción física así que no se aventuraba a tener una relación. Muchos incluyendo hombres y mujeres se le habían ofrecido en aquel bar, personas con mucho dinero pero Kibum no se fijaba en la cartera de los demás, si iba a estar con alguien sería porque le quería y al darse cuenta que esas personas lo buscaban por diversión solamente, les rechazaba de forma educada.

Esa noche se encontraba como siempre atendiendo a los clientes en el bar cuando vio entrar a un chico moreno con cabello rubio, eso le pareció curioso, pero cliente era cliente y debía ser atento y respetuoso.

—Buenas noches señor ¿desea una mesa? —preguntó Kibum de forma cortés.

El chico le hizo una leve inclinación de cabeza —sí por favor, una mesa para dos personas. 

Kibum lo guio hasta la mesa y cuando se sentó le volvió a hablar.

—¿Desea algo o va a esperar a su acompañante?

Aquel chico se le quedó observando un momento como detallándolo, gesto que no pasó desapercibido para Kibum pero no dijo nada.

—Tráigame un cogñac por ahora.

—Enseguida señor, con su permiso. —Dijo Kibum para perderse de la vista de aquel chico.

—Muy hermoso —dijo aquel moreno.

A los tres minutos Kibum regresó con la bebida y la colocó encima de la mesa.

—¿Algo más señor?

—No gracias, con eso estará bien.

Kibum le hizo una reverencia y se alejó a atender a otros clientes. Pasaron unos 25 minutos cuando escuchó la voz de una mujer que hablaba de forma molesta.

—¡No me puedes dejar Jonghyun! —decía aquella mujer.

—Claro que no te puedo dejar porque nunca estuvimos juntos, te dejé las cosas claras desde un principio, ahora no vengas a hacerte la ofendida —le contestó el chico.

—¡Eres un cretino!

La mujer ya estaba llamando la atención de las personas en del lugar que empezaban a murmurar cosas.

—Deja de hacer escándalo que la gente va a hablar mal de nosotros. —Dijo el muchacho.

—Señor ¿les puedo ayudar en algo? —se acercó Kibum a preguntar, estaba seguro que si no intervenía saldrían los de seguridad a sacarlos del sitio y eso sería muy vergonzoso para la pareja.

—No, tranquilo —respondió el moreno —ella ya se iba —dijo para tomar del brazo a la mujer y tratar de sacarla del lugar mientras ésta gritaba improperios nada dignos de una dama.

—¡Suéltame! —gritó ella tratando de zafarse de la mano del moreno y lo logró, pero su impulso fue tan grande que chocó con Kibum casi tirándolo al piso.

—Deja de hacer espectáculo —le dijo el moreno. —Lo siento —luego se disculpó con los presentes.

—Idiota —chilló la mujer culpando a Kibum por haber chocado con ella cuando fue todo lo contario, molesta vio como de uno de los bolsillos del uniforme de Kibum sobresalían unos pequeños cables, los tomó para sorpresa del camarero y los tiró muy fuerte al suelo.

—Mi iPod —dijo Kibum mientras se inclinaba para recoger los restos de aquel aparato.

—Ya basta —dijo con voz seria el moreno sacando a la mujer del bar.

—Que espectáculo —dijo otro mesero.

—Sí, pero menos mal que se fueron o sino los de seguridad hubiesen intervenido, pero mi iPod quedó inservible —comentó triste Kibum.

—Lo siento colega, ¿Pagaron las bebidas? — preguntó su compañero.

—No…

—¿Dejaste que se fueran sin pagar?

—Es que todo fue tan rápido que se me pasó por alto —dijo Kibum preocupado.

—Ay compañero, ahora te toca pagarlas de tu salario, el jefe es muy bueno pero ya sabes cómo es con estas cosas.

—Ya sé, y con lo caro que son esas bebidas. Como si el dinero me sobrara —se quejaba Kibum.

—Lo siento amigo pero supongo que esas cosas pasan —si necesitas algo me avisas, sabes que no tengo problemas en prestarte ese dinero, no me sobra la plata pero sé que con la universidad tienes muchos gastos.

—Tranquilo Kyu, esta vez me las puedo arreglar, gracias de todas formas.

Su compañero le dio una encantadora sonrisa y se fue a trabajar. Kibum recogió la mesa, tiró a la basura lo que quedó de su tan apreciado iPod y siguió atendiendo a la clientela. Desde ese último mes había empezado a trabajar los fines de semana para ahorrar más dinero por lo de su titulación. Cuando se graduara saldría a buscar empleo porque aunque estuviese bien en ese trabajo, ejerciendo con su título universitario ganaría más dinero y así podría ir ahorrando para comprar la casa de sus sueños.

Pasaron tres días desde el incidente y ya era viernes, esa noche Kibum vio entrar de nuevo al chico del espectáculo con la mujer. Pero no salió a atenderlo, dejó ese trabajo en manos de Kyu y él se quedó recogiendo una mesa. Pero vio cómo su amigo hablaba con el muchacho y se dirigía hasta él.

—Kibum, aquel chico dice que quiere que tú lo atiendas.

—¿Yo? —preguntó Kibum con cara de sorpresa.

—Sí, me dijo ¿dónde está el chico pelinegro que me atendió la otra noche? El de pómulos altos. —Contestó imitándolo —y que yo sepa tú eres el único con esas características aquí —le recordó.

—Qué extraño ¿no te dijo por qué yo?

—No, sólo me dijo lo que te termino de contar.

Kibum asintió y se dirigió hasta donde se encontraba el moreno.

—¿Preguntaba por mí señor? 

—Sí, te quería pedir disculpas por lo de la otra noche. Y sé que me fui sin pagar las bebidas —le contestó el chico.

—No se preocupe, supongo que eso puede suceder. A lo de la señorita me refiero. 

—No me gustan los escándalos y bueno ella no se tomó bien lo que dije —explicaba el moreno.

—Tranquilo señor, no tiene por qué darme explicaciones. ¿Ya me puedo retirar? 

El hombre se quedó viéndolo, aquel chico prácticamente lo hizo callar de forma educada. Esbozó una sonrisa, eso sí que le gustó. Estaba acostumbrado a que las personas hicieran lo que él decía con tronar los dedos por su posición económica y porque sabían quién era. Pero al parecer ese chico no tenía idea de quien era él.

—¿Podrías traerme un whisky?

—En un momento señor. —Respondió Kibum y se retiró.

—Bonito y agresivo, una combinación muy atrayente —dijo el pelirrubio con una sonrisa pícara.

Al cabo de unos minutos Key apareció de nuevo trayendo con él un vaso en una bandeja.

—Aquí tiene. —Dijo para retirarse pero el moreno no lo dejaría ir tan fácil y lo tomó de un brazo deteniéndolo.

—Quiero que esta noche me atiendas sólo a mí —le dijo con mirada profunda.

Nota: si se dieron cuenta en partes del capítulo hay unos números dentro de unos paréntesis así=(1), esto es para indicar el orden de las palabras o frases que serán explicadas al final del capítulo.

(1) Viento en popa: la expresión "ir viento en popa" es una expresión popular que se utiliza para decir que una actividad se desarrolla sin problemas y de forma próspera o también de una forma rápida y sin complicaciones, es decir, que funciona a la perfección. Esta expresión también se puede encontrar como "marchar viento en popa" con el mismo significado.

(2) Costar un ojo de la cara: la expresión “costar un ojo de la cara” se suele usar cuando realizar algo cuesta mucho trabajo y sacrificio, o cuando algo es extremadamente caro.





Notas finales:

Bien nen@s, este ha sido el primer capítulo de la nueva historia JongKey que será posteada en este blog desde hoy. Dejen sus comentarios más abajo (ahora pueden comentar con facebook o su cuenta de google) así sabré qué les ha parecido el inicio y si tienen algo que acotar (si tuve algún error o se me pasó algún detalle), ya saben, las críticas constructivas serán bienvenidas mientras se use un lenguaje de respeto :) 

Preguntas para conocernos: ¿cuál es su fic JongKey favorito?, ¿qué les gusta que tenga un fic?

En particular de mis historias JK preferidas está "conviviendo contigo" y me gusta que un fic tenga angustia siempre y cuando posea un buen final, por supuesto, buena ortografía y redacción en la mayor medida posible. 

Aquí encontrarán la sinopsis de esta historia.

Y para las que siguen esta historia, hoy fue actualizada Twists of fate (JongKey, 2Min, JooNew)

Hasta luego nen@s.



1 comentario:

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